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El tren bala


¿Será el ahorro de tiempo en los viajes (ahorro ni siquiera demostrado en nuestro caso) la prioridad actual de los bolivianos?. La más chistosa ocurrencia (no la única) que he leído en el programa de gobierno 2010-2015 del MAS es el proyecto del “tren bala” en el altiplano, que inclusive ofusca al controvertido proyecto del satélite.

Empezaré por repasar la información, escasa, imperfecta y confusa que, como de costumbre, se proporciona “al pueblo”; esta vez por parte del Viceministro de Transporte. Se trataría de un tren entre La Paz y Oruro, que costaría como dos satélites, gracias a un financiamiento del país productor (China, ¿cuándo no?), viajaría a una “velocidad promedio entre 150 y 200 km/h” y recorrería los 230 km que separan las dos urbes entre 45 y 75 minutos, dependiendo de la fuente periodística. El proyecto y la noticia merecen unas cuantas observaciones.

Primero —menudo detalle— el tren no debería salir de La Paz sino de El Alto, caso contrario perdería 45’ minutos sólo en salvar los 500 metros de altura entre las dos ciudades. Sin embargo, los que no podrán evitar perder esos 45’ minutos serán los pasajeros de La Paz que deberán desplazarse a El Alto, “movimientos sociales” permitiendo.

Segundo, cuando se habla de velocidades promedio, una incertidumbre de 50 km/h es excesiva. Me inclino por los 200 km/h: sólo en ese caso sería posible, en teoría, llegar a Oruro en algo más de una hora, pero nunca en 45’. Aparentemente, le falló la física básica al viceministro, quien, además podía haber explicado si la menor potencia de los motores, por la altura, será compensada por la menor resistencia del aire.

Tercero, debemos convenir que de “bala” el nuevo tren no tiene nada. Las balas viajan a velocidades supersónicas (más de 1.000 km por hora) y los trenes de alta velocidad a más de 250 km/h. Considerando el tiempo que se pierde para entrar o salir de las ciudades (las estaciones de trenes suelen estar en el centro, a diferencia de los aeropuertos), nuestro tren bala debería alcanzar velocidades superiores a los 300 km/h.

Ahora bien, ¿por qué me parece un disparate mayúsculo ese proyecto? Porque ese tren debe desplazarse sobre una superficie lo más plana posible (y el altiplano es más alto que plano), no debe tener pasos de nivel (o sea la línea férrea debe estar totalmente aislada con vallas, túneles y viaductos por motivos obvios) y tiene consumos de electricidad, costos de operación y gastos de mantenimiento elevadísimos (los boletos en Europa cuestan más de Bs 100 por 100 km). Entre El Alto y Oruro tenemos una carretera que, —gracias a un proyecto sumamente loable—, está a punto de ser ampliada a cuatro carriles, buses que salen cada media hora a un costo de Bs 10 por 100 km y paran innumerables veces para mayor servicio a los pasajeros de las ciudades intermedias.

Me pregunto si el proyecto es una ocurrencia aislada de algún funcionario despistado u otro despiste funcional al olvido de la cantada reversión al Estado de los ferrocarriles, una medida reiterada y justificadamente (creo yo) postergada.

En fin, dejando de lado los aspectos políticos, hay una duda más en torno al proyecto: ¿será el ahorro de tiempo en los viajes (ahorro ni siquiera demostrado en nuestro caso) la prioridad actual de los bolivianos (especialmente de los más pobres y necesitados)?

Categorías: ciencia y sociedad
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