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Archive for the ‘homenaje’ Category

¿Era Jesús de “buena familia”?

Es común preguntar por el apellido de una persona desconocida con la cual vamos a tener alguna relación (el galán de una hija o la enamorada del hijo) con el fin de inferir sobre la calidad social de su familia. A no ser que se descubra que en esa familia hay miembros no precisamente ejemplares según la moral o la justicia. Para eso, la ciencia proporciona hoy hasta análisis de “ancestría”, un regalo en estas fiestas sugerido por influyentes periódicos.

En víspera de la Navidad, me pregunto si la familia de Jesús calificaría como “buena familia” según el criterio común. Desde luego, no me refiero a José y María, sino a los antepasados de Jesús, como los conocemos por la genealogía que nos ha transmitido Mateo al comienzo de su evangelio. Ese texto, en apariencia aburrido, enumera simbólicamente los descendientes de Abraham en tres grupos de 14 ancestros: 14 hasta David, 14 hasta el Destierro en Babilonia y 14 hasta Jesús. 

Empezamos por preguntarnos: ¿cuál sería el apellido de Jesús? Las Escrituras dan pistas en ese aspecto: el equivalente moderno del apellido es Natzoreo, que significa “pertenecientes al clan de los descendientes del rey David”; el “Netzer” -el brote- de su padre Jesé, en palabras del profeta Isaías. En algunos idiomas modernos “hijo de David” se traduciría Davidovic o Davidson.

Algunos de mis lectores objetarán que Jesús, al no ser hijo biológico de José, mal podría compartir con aquel el mismo árbol genealógico. Sin embargo, según las costumbres de ese tiempo el padre “oficial” era el padre a todos los efectos. De hecho, los emperadores romanos solían adoptar como hijo al que querían que les sucediera en el trono.

Ahora bien, la genealogía oficial de Jesús nos proporciona antecedentes de su linaje. En ella se mencionan sorprendentemente a cuatro mujeres -además de María, la madre- y no todas de buena reputación. Se mencionan a Tamar, quien se acostó con su suegro Judá, aunque por una causa justa (Gen 38) y a Rajab, una prostituta de Jericó que ayudó a los israelitas a conquistar esa ciudad (Josué 6). Otra extranjera, la admirable Rut, terminó casándose con Booz, un descendiente de Rajab y bisabuelo del rey David (Rut 4). La cuarta mujer es Betzabé, adúltera y causante del asesinato de su esposo Urías por parte de David, pero a la postre madre del rey Salomón (2Sam 12).

Tampoco se salvan algunos varones, especialmente varios impresentables reyes davídicos. Entre estos últimos hubo asesinos, como Joram que mandó matar a sus seis hermanos para consolidar su poder (2Cro 21); idólatras, como Manasés, quien derrochó todo el legado reformador de su padre, el buen rey Ezequías, restableciendo el politeísmo en Jerusalén (2Cro 33) y vendepatrias, como Elyaquim, hijo del santo rey Josías, quien aceleró, mediante equivocados vasallajes políticos, la destrucción de Jerusalén (2Cro 36).

Con esos antecedentes, la pregunta del título de esta columna se vuelve cuanto menos ociosa, debido a que las luces y sombras de los ancestros de Jesús se parecen a las nuestras. En efecto, ¿qué familia no carga con las taras de antepasados de dudosa reputación?

Por tanto, es totalmente desacertado confiar en el prestigio y valor de los apellidos, sean de extranjeros racistas, de criollos sumisos o de caciques siempre en busca de privilegios. Porque, más que la herencia de genes y blasones, lo que cuenta en la vida es lo que cada uno construye con su esfuerzo. El mismo Jesús Natzoreo nos dio un ejemplo de cómo asimilar, sin complejos ni concesiones, un discutible legado familiar.

Esta columna navideña cierra otro año de multifacéticas entregas, aunque unidireccionales, a mis 25 fieles lectores, a quienes deseo, junto a sus familias, “buenas” de verdad por ser suyas, un feliz reencuentro con Jesús Natzoreo, que vino, viene y vendrá.

Esta es una versión revisada y aumentada de la columna publicada en Página Siete, y otros medios nacionales, el 24/12/2022.

Arqueología espiritual

Publicado en Página Siete, y otros medios nacionales, el 15/10/2022

Como algunos lectores habrán notado, ojalá con más sorpresa que agrado, apagué el Satélite de la Luna durante un mes debido a un viaje turístico-espiritual en Turquía, precisamente a las “Siete Iglesias del Apocalipsis”.

Para los que no están familiarizados con las escrituras, en el Apocalipsis -el último libro de la Biblia, escrito a fines del siglo I- hay una sección de las siete cartas de Cristo a las comunidades de siete ciudades que se asoman hacia el mar Egeo y las islas griegas; ciudades ricas y famosas particularmente en el período helenístico y romano.

¿Qué se visita en ese tour-peregrinación? De ninguna manera siete templos cristianos que no los había al tiempo del Apocalipsis y no los hubo hasta la era bizantina.

Tampoco siete ciudades: la mayoría de ellas ya no existen en el emplazamiento original y otras han sido transformadas por sucesivas reconstrucciones, después de devastadores terremotos. Por ejemplo, la antigua Esmirna está sepultada debajo de la segunda ciudad más grande de Turquía (Izmir) y a nadie se le ocurre demoler la nueva para traer a la luz las ruinas de la antigua ciudad. Por cierto, ¡lo pasado, pisado!

Menos aún existen siete “comunidades” cristianas, herederas de las del primer siglo. El cristianismo hoy está casi totalmente borrado de esa región y, en general, de la Turquía, a no ser por los migrantes de países cristianos que con mucho sacrificio siguen cultivando la fe. De hecho, el tradicional laicismo de Turquía ha dado paso a una alianza política entre el gobierno y el clero musulmán, que termina discriminando a otras religiones.

Pues, lo que se visita es una memoria, de los pioneros y mártires del cristianismo, pero sobre todo una geografía: la misma que existía hace dos mil años y que los cristianos de las siete iglesias contemplaban. Sus fértiles valles, sus montañas ricas de mármoles, materia prima de los monumentos antiguos, sus ríos caudalosos que aseguraban la vida y la producción, y su clima, cálido y acogedor.

La geografía y la memoria bíblica permiten realizar una especie de arqueología espiritual. En efecto, si es cierto que la Iglesia cristiana nació en Palestina, “empezando por Jerusalén”, no es menos cierto que creció y maduró en Asia Menor, gracias a la fe y el compromiso de comunidades cristianas marginales en la cultura de su tiempo, pero perseverantes en las pruebas que soportaron. De esas ciudades, y de otras cercanas, salieron luego misioneros hacia el oriente y el occidente, para llevar la Buena Noticia que recibieron de los apóstoles Juan y Pablo, los más activos en esa región, hasta … nosotros. Ese protagonismo continuó en la época post constantiniana (siglo IV) con el fortalecimiento de la fe en los concilios realizados en esa región (Éfeso y Nicea). “Si el grano de trigo no muere…” vale también para los “baluartes” de la fe cristiana del mundo de hoy, destinados, tal vez, a volverse en el futuro lugares de peregrinación arqueológica.

De hecho, la región de las Siete Iglesias vive de un turismo en expansión incluso “ecuménico”. Las autoridades arqueológicas turcas han comprendido la necesidad de priorizar las excavaciones de la época cristiana. Me impresionó Laodicea, donde recientemente se ha restaurado ruinas de la época justiniana (VI siglo) sacando a la luz imponentes restos de iglesias.

Una antigua tradición afirma que en las alturas de Éfeso vivió la madre de Jesús siguiendo al apóstol Juan. “Meryem Ana”, una humilde estructura en piedra en medio del bosque, recibe al año más de un millón de devotos, peregrinos y turistas, cristianos y musulmanes.

Veo en ella, con esperanza, el signo de que, más que otros medios, son los lugares humildes los que logran acercar a los hombres.

De regreso al Gran Chaco

Publicado en Página Siete, y otros medios nacionales, el 20/8/2022

Mientras gozaba de la lectura de la preciosa novela “Los Tajibos florecen en invierno” de Maricruz Ballivián Salek, ambientada en el Gran Chaco, se concretó una invitación del senador Javier Martínez a participar en un Foro ciudadano sobre el estado actual de los hidrocarburos en Bolivia y en el Chaco. De ese modo he regresado a esa región 18 años después de mi visita al campo San Alberto.

Llegar a esa región fronteriza de Bolivia no es fácil: salimos de Tarija en un taxi “expreso” colmado al límite de pasajeros y carga, que recorrió los 240 km de distancia hasta Yacuiba en cinco horas. El camino es variado: tramos de excelente carretera asfaltada intercalados con relegados desvíos de tierra, arena y pozas de agua. Uno no puede evitar de preguntarse qué se hizo con los millonarios ingresos de ese departamento durante la “bonanza” del gas. En compensación, el paisaje y la vegetación suscitan admiración, al pasar del valle chapaco a las alturas húmedas, al bosque seco y a los llanos del Chaco.

El evento contó con la presencia de instituciones vivas de la región, con gran cobertura mediática y con la ausencia descontada de YPFB, a pesar de habérsele invitado. Hubo cuatro presentaciones, sobre aspectos tributarios (a cargo de la experta Susana Anaya), sobre la geología petrolera de la región, dictada por Daniel Zenteno, un geólogo que contagia su optimismo sobre la riqueza gasífera de Tarija; una visión internacional de la industria petrolera (presentada por el reconocido analista Álvaro Ríos) y mi ponencia acerca de los cuellos de botella de la actualidad energética boliviana. Hablé de tres “nudos” (mercados convulsionados, déficit creciente de combustibles líquidos y subsidios insostenibles) en el marco del inminente fin del ciclo del gas; una crisis cantada que obliga a emprender con urgencia un Plan de Transición Energética, que se deja esperar. La larga ronda de preguntas y comentarios prolongó el evento y perjudicó el asado de rigor.

Junto a la nostalgia de los primeros descubrimientos petroleros, ha quedado en el ambiente un halo de pesimismo por la agonía de la gallina de los huevos de oro, debido a los decrecientes ingresos de la región y a las perspectivas sombrías de la industria petrolera,

En la tarde, en Sanandita tuvo lugar la celebración y el descubrimiento de la placa conmemorativa del centenario de la perforación del primer pozo chaqueño. No pude confirmar la veracidad de esa fecha ya que la documentación al respecto es escasa. Está comprobado que el primer pozo perforado en Bolivia fue en Bermejo (BJO-X1, 1922) y resultó seco; que el primer pozo productor fue el BJO-X2 (1924) y resultó ser un pozo fantástico que ha producido unos 800 mil barriles en sus 98 años de actividad; y que Sanandita se perforó después de BJO-X2, pero antes de Camiri. Asimismo, se reconoció que esos campos pioneros se desarrollaron gracias a los ingenieros de la Standard Oil quienes, llegados de la Argentina siguiendo la línea de los prospectos geológicos petroleros, se adentraron en el “infierno verde” y pusieron las semillas de un ciclo económico que sigue sustentando al país.

Hoy Sanandita vive gracias al cuartel del ejército (escuela de cóndores, o satinadores), que desde 1980 ha heredado las instalaciones del campamento, y conserva intacta la memoria de un siglo de vida, con la primera refinería y una sencilla capilla como testigos.

El emotivo acto recordatorio, alegrado por exquisitos manjares preparados por las Damas Chaqueñas y los tradicionales bailes guaraníes, recogió testimonios de los pobladores y reclamos acerca de la remediación tardía de la contaminación ambiental: porque hay vida después de la muerte ¡hasta para un pozo agotado!

Mujeres en la Pascua de Jesús

Publicado en Página Siete y otros medios nacionales el 16/4/2022

Un fruto del Concilio Vaticano II que tardó bastante en madurar ha sido el empoderamiento de mujeres teólogas de mucho valor científico y espiritual, las cuales no solo se han dedicado a investigar y enseñar en el surco trazado por sus colegas varones, sino que han emprendido programas propios “de género”, en particular revalorizando el rol de la mujer en los evangelios y en la vida de la Comunidad primitiva.

El cuadro que hoy se tiene de ese rol tiene dos convicciones. Por un lado, se realza su importancia fundamental en la vida de Jesús, especialmente en la Pascua, y en la construcción de la nueva comunidad. No fueron personas al servicio “doméstico” de Jesús o de sus apóstoles, sino verdaderas discípulas de la Buena Noticia que los acompañaron fielmente en las buenas y en las malas.

Por otro lado, debido a la influencia de la cultura greco-romana, el rol protagónico de las mujeres fue invisibilizado con el tiempo, ocultando el papel que ellas tuvieron en los acontecimientos de la Pascua e incluso echando sombras sobre su vida, como en el caso de la Magdalena. Es el patriarcado que persiste en la Iglesia hasta nuestros días.

Por eso, en víspera de la Pascua de Resurrección, es bueno destacar el fundamental papel de las mujeres en la Pasión y Resurrección de Jesús, con base en los relatos de los evangelios.

La última semana de vida de Jesús empieza con la unción de Betania (Jn 12,1-11): María, la hermana de Marta y Lázaro, realiza un gesto de fuerte valor profético: unge los pies de Jesús con un perfume carísimo, rompiendo el precioso frasco de alabastro. El gesto de la discípula es preanuncio de la muerte del Maestro, ya que a los cadáveres se le ungían los pies con perfume. La crítica “social” de Judas al derroche pone de manifiesto el conflicto entre el amor generoso de María y el egoísmo de quien se escuda en los pobres, mientras prepara la traición del amigo.

Al día siguiente, Jesús ingresa a Jerusalén, montando un humilde pollino, en medio de los vítores de sus discípulos llegados de Galilea. Discípulos es un término neutro, que indica varones y mujeres, las cuales eran un grupo numeroso de la comitiva que seguía a Jesús.

Ya camino al Calvario, a unas mujeres piadosas, esta vez de Jerusalén (Lc 23,26-29), Jesús les pide que no lloren por él, sino por sus conciudadanos, cuando será destruida la ciudad; hecho que sucedió 40 años más tarde.

Junto a la cruz, encontramos la Madre y las mujeres galileas, lideradas como de costumbre por la Magdalena, mostrando más coraje que los discípulos varones que optaron por fugarse. ¿No les recuerda una historia reciente de Bolivia?

Esas mismas mujeres presencian la sepultura de Jesús con la intención de volver, después de la fiesta, a terminar de embalsamar el cuerpo de su Maestro, una tarea tradicionalmente reservada a las mujeres. Así expresan amor y memoria, los alimentos de la fe.

Finalmente, todos los antiguos testimonios coinciden en que la primera revelación de la Resurrección de Jesucristo fue hecha a María de Magdala y a las mujeres que la acompañaban. Es un hecho sorprendente porque en la sociedad judía el testimonio de una mujer no tenía valor legal.  En efecto, los apóstoles de entrada no las creyeron, hasta cerciorarse ellos mismos.

¿Dónde han quedado las mujeres, sucesoras de aquellas galileas, en la Iglesia de hoy?

A lo largo de su historia, la Iglesia ha pedido perdón por sus muchas culpas, porque no hay miseria humana que ella no haya experimentado en su vida. Tal vez ha llegado la hora de reparar la deuda milenaria del trato displicente y discriminatorio que ha tenido hacia las mujeres, para lo cual se necesita algo más que la concesión de asignarles algunos cargos administrativos.

Categorías: homenaje, religion, biblia

Marchas épicas

La historia reporta varios eventos de “marchas sobre” una ciudad o un centro de poder para lograr ciertas reivindicaciones.

La noche entre el 10 y el 11 de enero del 49 a.C. Julio Cesar decidió “lanzar los dados” (alea iacta est), cruzó con su ejército personal – la fiel e invencible legión XIII “Gemina”- el río Rubicón, que representaba el límite permitido para que un ejército marchara en armas, y se dirigió hacia Roma para asumir todos los poderes (dictador) de la república, hasta su asesinato, cinco años después.

Hace un siglo, Benito Mussolini, un frustrado socialista, lanzó miles de milicianos del Partito Nazionale Fascista (PNF) a la “marcha sobre Roma”. El objetivo de esa marcha era exhibir la fuerza del PNF ante el gobierno y presionar al rey para que diera a Mussolini la investidura de jefe de gobierno. Por tanto, la marcha no buscaba dar un golpe, ni tomar el poder violentamente, sino exigía una simple transferencia de gobierno; de uno considerado debilucho e ineficiente, a uno fuerte y respetado, siempre en el marco de las reglas constitucionales. La marcha logró su objetivo y Mussolini fue encargado de formar un nuevo gobierno plural y democrático. La dictadura de Mussolini (paladín del capitalismo de estado y de la vuelta a las glorias ancestrales) vino después, mediante un proceso que primero acorraló a la oposición, luego la eliminó del mapa político (incluso mediante el asesinato de figuras opositoras) y finalmente controló todas las instituciones.

La “marcha de la sal” (1930) fue protagonizada por Mohandas Karamchand Gandhi y recorrió unos 350 kilómetros para protestar contra del monopolio colonial de Gran Bretaña de la distribución de la sal en la India. Este monopolio obligaba a todos los consumidores a pagar un impuesto sobre la sal y les prohibía recogerla por su cuenta. La respuesta del virrey británico fue el apresamiento de Gandhi junto a 60 mil acompañantes, sin que nadie se resistiera a los arrestos. Pero, a los pocos meses, el virrey se vio obligado a liberar a todos los prisioneros y a abolir ese monopolio. De ese modo, la marcha de la sal debilitó la autoridad del régimen colonial y precipitó la independencia de India.

Martin Luther King, firme seguidor de la opción de la no violencia de Gandhi, dirigió la marcha de más de 200 mil afroamericanos por los derechos civiles, también llamada “marcha sobre Washington” (1963). King consiguió su sueño: que se ilegalizara toda forma de segregación y que se otorgara el derecho al voto a los afrodescendientes.

El lunes 9 de octubre de 1989, 70 mil alemanes protestaron pacíficamente en Leipzig en contra del régimen comunista. Durante un mes, cada lunes, por todas partes de la RDA, cientos de miles de alemanes marcharon armados solo de velas encendidas, un ritual que acabó con la caída del Muro de Berlín.

Una forma peculiar de marcha de protesta fue la cadena humana que el año 1989, al son de cantos patrióticos, millones de habitantes de los países bálticos instalaron en la frontera con la Unión Soviética a lo largo de 500 km reclamando su independencia. La llamada “revolución cantada” logró en 1991 la independencia de Estonia, Letonia y Lituania.

La “marcha sobre Cochabamba”, en noviembre de 2019, fue protagonizada por miles de cocaleros empujados por su dirigencia a ocupar violentamente esa ciudad en disconformidad con el gobierno surgido a raíz de la renuncia de Evo Morales. No pudo romper la barrera policial/militar en Sacaba, ni lograr el objetivo que se propusieron sus instigadores, pero dejó un saldo de muertos y heridos.

Tarea para el lector: ¿A cuál de las épicas marchas mencionadas se parece más “la marcha para reventar La Paz” que salió de Caracollo esta semana?

Publicado en Página Siete y otros medios nacionales el 27/11/2021

El orden en el caos

El “annus mirabilis” de Italia, con la conquista de la Copa Europea de Selecciones, las victorias en la velocidad olímpica y el galardón mundial en un concurso de repostería, ha alcanzado la cumbre con la asignación del Nobel de Física a Giorgio Parisi.

La primera vez que supe de Parisi fue un día -recién cursaba el primer año de la carrera- en el que me detuve a observar por curiosidad las notas de los exámenes del segundo año. Me llamó la atención, además del elevado número de reprobados, que la resolución “oficial” del examen no la hiciera el profesor de la materia, sino el alumno que obtuvo la máxima nota: Giorgio Parisi.

Ya graduados, por el año 1972 coincidimos en algunos seminarios de física teórica, donde él ya era una estrella, incluso entre los profesores más respetados.

Unos veinte años después, en ocasión de una pasantía mía en la Universidad de Roma, interactué con Giorgio en un ambicioso proyecto de investigación. El trabajo que se me asignó no pudo confirmar la brillante hipótesis de la investigación, de modo que con esa presentación terminó nuestra interacción.

Si bien Parisi ha navegado con originalidad en muchos mares de la física moderna, desde las partículas elementales hasta los “big data” y la computación paralela, dejando huellas en cada campo, su mayor contribución, reconocida también por la Academia Sueca de Ciencias, ha sido en la mecánica estadística de los sistemas desordenados, en particular de ese complejo sistema llamado “vidrios de espín”.

Considero que poner orden en el caos es la actividad más sublime del ser humano y la más cercana a su esencia de estar hecho a “imagen y semejanza” de Dios. En efecto, según el Génesis, la creación del universo fue el resultado de una “separación” de lo que estaba mezclado y confundido: la tierra de las aguas, la luz de las tinieblas, el día de la noche, el varón de la mujer. De hecho, el concepto filosófico de la creación de la nada no pertenece a la cultura ni al lenguaje semítico. Consecuentemente, el pecado implica reintroducir el desorden en el mundo, creado bueno y ordenado por Dios, de modo que empecinarse en buscar el caos en lugar de orden es la actividad más oprobiosa del ser humano. Dejo al lector las aplicaciones a la realidad política boliviana actual.

Para documentar mejor esta columna, he repasado en la web algunas entrevistas del profesor Parisi, anteriores al premio. Algunas de sus respuestas merecen ser compartidas.

Ante la trillada pregunta de cómo conciliar la ciencia con la religión, Parisi, hombre creyente, de izquierda y fanático de bailar “salsa”, primero cuestionaba que esa pregunta estuviera dirigida casi siempre a científicos y no a personas de otras disciplinas, como futbolistas, bailarines, políticos o chefs. Luego, distinguía los diferentes ámbitos en los que se desenvuelven ciencia y religión: la primera con los métodos e instrumentos del mundo físico, la segunda en el ámbito trascendente, sin que haya posibilidad de examinar cada una de ellas con los métodos de la otra.

Otro aspecto de interés que se destaca en sus entrevistas es que no basta nacer genio para alcanzar el éxito: se necesita estudio, trabajo, dedicación y una pizca de suerte. De hecho, Giorgio cuenta que en tres ocasiones él y sus colaboradores estuvieron a un pelo de alcanzar un resultado relevante, pero que, por diferentes causas, no lograron “ver” lo que tenían entre manos, mientras otros grupos sí lo lograron y se quedaron con la autoría del descubrimiento.

Finalmente su compromiso social, particularmente con el medio ambiente y los jóvenes investigadores, se manifiesta mediante campañas por más fondos y más becas, con el fin de evitar la fuga de cerebros que sufre su país.

Publicado el 16/10/21 en Página Siete y otros medios nacionales.

Pobre Patria

Las notas y la letra de “Pobre Patria” (1991), una de las más famosas canciones de Franco Battiato -compositor, poeta, cantante, pintor y cineasta fallecido hace tres meses en su natal Sicilia- resuenan en mi corazón en esta semana en que Bolivia está de aniversario porque siento que describen adecuadamente los sentimientos contrastantes, de decepción y esperanza, de muchos compatriotas preocupados por el presente y el futuro de nuestra Patria. Transcribo algunos versos de esa canción:

Pobre patria

agobiada por los abusos del poder;

por personas infames que no saben lo que es el pudor.

Creen que son poderosos y les conviene lo que hacen y todo les pertenece.

Entre los gobernantes, cuántos perfectos e inútiles bufones en este país devastado por el dolor

¿Mas no les disgustan un poco esos cuerpos inertes sin calor?

No va a cambiar, no va a cambiar. No va a cambiar, tal vez va a cambiar.

Puedes esperar que el mundo vuelva a actitudes más normales

Que pueda contemplar el cielo y las flores.

Que no se hable más de dictaduras. Si todavía tendremos un poco más de vida.

La primavera mientras tanto tarda en llegar.

No va a cambiar, no va a cambiar. Sí que va a cambiar, verás que va a cambiar,

Percibo que Bolivia, desde hace un tiempo a esta parte, ha entrado en un sombrío callejón sin salida, oscurecido por la sed de poder, por proyectos individualistas y excluyentes, por rencores y deseos implacables de revanchismos que siguen acumulándose, acrecentados por instigadores de todos los colores.

Sombrío es el callejón de la justicia que, en teoría, debería dirimir civilizadamente las controversias, pero que sigue moviéndose como veleta al viento del poder de turno, midiendo con doble rasero, a las órdenes de quienes no han recibido investidura alguna para gobernar.

Si queremos que todo eso cambie, como la canción augura con un hilo de esperanza, si todavía hay estadistas en el país y no solo demagogos, si aún nos interesa el prestigio y la dignidad de Bolivia ante el mundo, es este el momento de revertir el camino que nos está llevando al despeñadero, dejar ese insano juego de la “pelea entre buenos y malos” que es la aplicación de la ley del más fuerte; mientras uno sea el más fuerte, para luego intercambiar los roles en una espiral destructiva sin fin.

Es hoy la hora de educar a ser libres para servir a los demás, de seducir al oponente en busca de consensos para que “la primavera no tarde más en llegar”. Es hoy la hora de renovar líderes y actitudes; de partir de la realidad y no de las ideologías; de mirar menos al pasado y más al presente y al futuro, si queremos que haya uno para Bolivia. Es hoy la hora de gobernar para todos los ciudadanos y no solo para los intereses de corporaciones corrompidas.

Lo anterior es un imperativo patriótico y heroico en momentos en que el país se encamina a una crisis sin precedentes. Porque Bolivia tiene cura; el remedio al actual insano estado de cosas existe y no tiene nada de mágico ni de recóndito. Bastaría que cada uno aplique lo que nos sugiere otra canción de Battiato, la más hermosa (El cuidado, 1996), dedicada originalmente a su madre:

Te protegeré de los miedos, de la hipocondría,

De las turbaciones que encontrarás en tu camino

De las injusticias y de los engaños de tu tiempo.

De los fracasos que por tu naturaleza normalmente atraerás

Te aliviaré de los dolores, de tus cambios de humor,

De las obsesiones, de las manías

De todas las enfermedades curarás,

Porque eres alguien especial y yo cuidaré de ti.

Pues, si no la cuidamos nosotros, cada hija e hijo de esta venerable república próxima a cumplir dos tumultuosos siglos de vida, con amor y ternura, con compasión y tolerancia, ¿quién la cuidará?

Página Siete, 7/08/2021

La sexualización de la ciencia

Bruna Costacurta, amiga de mis tiempos universitarios, se despidió recientemente de la cátedra de Antiguo Testamento en la universidad Gregoriana de Roma mediante una clase, realmente “magistral”, con lleno total y “standing ovation”, durante la cual relató sus primeros pasos en esas aulas, enfatizando dos aspectos: su condición de “leprosa” ante sus compañeros (instruidos, por supuesto, por sus superiores religiosos) y el trato “neutro” de los docentes que no la penalizaron por ser la única mujer del curso, pero tampoco le concedieron privilegios.

Su mensaje apuntaba a que la inclusión es necesaria y justa, si cumple con dos reglas de oro: no discrimina, ni otorga privilegios. Es un hecho común que, para reparar una injusticia, se busque una compensación que genera otra injusticia; como cuando se favorece a una persona “solo” porque es mujer, porque es pobre, porque es indígena. Actuando así se les hace un flaco favor a esas categorías sociales, a la larga.

En efecto, el fanatismo en cuestiones de género puede llevar a graves distorsiones del desarrollo de la ciencia y de las relaciones humanas, como en el caso que paso a comentar.

La Academia Nacional de la Ciencia (NSA) de EE. UUU. acaba de expulsar a uno de los más prestigiosos investigadores en el campo de la genética evolutiva, el profesor “neodarwinista” Francisco J. Ayala, autor de fundamentales trabajos que he tenido el privilegio de comentar y divulgar en el pasado.

Antes de esa ignominiosa expulsión, la Universidad de California en Irvine (UCI), después de un proceso interno, había condenado al ostracismo académico a su docente estrella, incluyendo el retiro de su nombre de la biblioteca y de las becas de las cuales era el principal mecenas. La falta, interna y laboral, no punible criminalmente, sería su “conducta sexista” con base en testimonios de tres “víctimas”: una autoridad académica (y activista de #MeToo), una colega y una administrativa.

La sanción ha suscitado una fuerte controversia en el mundo científico norteamericano y español (Ayala nació en Madrid hace 87 años y dejó el hábito dominico para dedicarse plenamente a la investigación). Eminentes figuras se han alineado en defensa de su colega, escandalizadas de que “testimonios” y no “hechos” lleven el accionar del mundo científico hacia una caza de “brujos”.

Aparentemente a Ayala no se le ha condenado por acosar sistemáticamente, sino por ofender a colegas de trabajo con palabras y gestos inapropiados según los estándares actuales, como lanzar un piropo machista o saludar (a la europea) con un beso en la mejilla. ¡Con esos criterios, a un pluridoctor “honoris causa” boliviano le esperaría la horca! En todo caso, la sanción es exagerada y cruel, si tomamos en cuenta las atenuantes de edad, cultura y daño real infligido. ¿Habrá, a la larga, docentes varones que se arriesguen a ser tutores de tesistas mujeres?

Por tanto, es una verdadera aberración que el avance de la ciencia, tarea fundamental de la humanidad, sea sexualizado por códigos de ética de alcance disciplinario.

No siempre fue así. Por ejemplo, el joven Leonardo da Vinci pudo continuar su genial carrera artística a pesar de una acusación (gravísima entonces) de homosexualidad y la Inquisición fue tolerante con Galileo, a pesar de haber tenido dos hijas fuera del matrimonio (todo un escándalo para la ética de ese tiempo). Sin embargo, Richard Feynmann, premio Nobel de Física, quien solía condimentar sus amenas clases con chistes machistas (tolerados en los años 60), sigue siendo hostigado por grupos feministas radicales, hasta en su tumba. No dudo que todos ellos hoy en Bolivia estarían recluidos en una cárcel, mientras los parafiscales siguen “investigando”.

Publicada en Página Siete el sábado 10 de julio de 2021.

El don Huáscar que aún vive en mí

Acabo de subir a mi blog mi más reciente columna publicada en P7 (15/5/21) y otros medios nacionales.

Con Huáscar Cajías Kaufmann interactué en contadas ocasiones, de modo que poco podría aportar al merecido homenaje en el centenario de su nacimiento y a 25 años de su partida. No obstante de lo anterior, percibo que intimé con él mucho más de lo que uno esperaría dadas esas circunstancias. De hecho, hay personalidades que impactan tanto en la vida y en la mente que se vuelven familiares.

Mi primer encuentro con don Huáscar se los debo a Albert Einstein. Corría el año 1979 y se conmemoraba el centenario del nacimiento del genial físico alemán. En mi calidad de Director de la Carrera de Física fui delegado para organizar un evento científico y mediático en la Universidad de San Andrés. Visité la Carrera de Filosofía y logré invitar personalmente al Dr. Cajías. En el breve diálogo que sostuvimos, me quedé sorprendido con su confesión de que filosóficamente se consideraba un tomista, subrayando: “no un neotomista, sino un tomista tradicional”, o sea, un aristotélico cristiano, atributo que pude confirmar en varias de sus actuaciones como periodista, defensor de los derechos humanos, servidor público y penalista. Acerca de la concepción relativista del tiempo, recuerdo que, sin rodeos, sentenció: “por lo visto, para los físicos el tiempo es tan solo una entidad geométrica”. En fin, ¡el tomista no resultó tan radical, si se arrimó a la “medida del alma” de San Agustín!

Don Huáscar era mayormente conocido como maestro de periodistas e histórico director de Presencia, cargo que le otorgó el privilegio de recibir una artera y rabiosa patada de un paramilitar enviado por el “ministro de la cocaína”, Luis Arce Gómez, en el vano intento de conseguir la fuente de una noticia perjudicial para el régimen que valientemente el periódico católico acababa de publicar. Las patadas que recibiría hoy don Huáscar (de las Redes Sociales y de Impuestos) serían más refinadas.

Hay una manera infalible de apreciar una persona: a través de los hijos, la mayor de sus creaciones. A lo largo de mi vida universitaria, y fuera de ella, tuve el privilegio de relacionarme con la mitad de su numerosa prole; en ellos y ellas, aun con sus diferentes talentos intelectuales, opciones ideológicas y caminos existenciales, pude ver reflejada la personalidad multifacética y, sobre todo, ética del padre.  Aunque, en verdad, ¡los nietos no se quedan atrás!

Huáscar Cajías es una de esas raras personalidades bolivianas que suscitan mi admiración humana, cristiana y profesional, tal vez porque representa un modelo de lo yo quise ser. En efecto, me veo reflejado en él, pero en algo más profundo y diferente que en el aspecto físico, la profesión elegida o la fecunda paternidad. Ese algo es el servicio.

Como don Huáscar, aunque a escala mucho más modesta, también yo he ejercido la docencia y la investigación; ambos hemos servido al país cuando se nos requirió (él en el TSE, yo en el gobierno de Carlos Mesa) y a la Iglesia y su jerarquía de muchas maneras; los dos hemos contribuido al afianzamiento de la Universidad Católica (él como docente, yo como miembro de la Junta Directiva). Sobre todo, ambos hemos tratado de dar razón de nuestra fe y formar una familia comprometida con los valores humanos, ciudadanos y cristianos.

Eventualmente, los dos quedamos viudos de la madre de nuestros hijos, cargamos con el peso de la soledad y encontramos, en el ocaso de la vida, tiernas compañeras para llevar a cumplimiento, mediante un amor maduro y definitivo, la misión (el “nombre”) que recibimos desde la eternidad. Recibimos, pues, un nombre parecido, como se parecen todas las estrellas, aunque de diferente luminosidad.

Ese es el don Huáscar que aún vive en mi mente, en mi corazón y en mi espíritu.

Publicada en Página Siete el 15/5/2021 y también en Los Tiempos; El Día, La Patria; Correo del Sur; El Potosí; Agencia de Noticias Fides; Brújula Digital, entre otros.

El crucificado de Bagdad

Publicado el 3 de abril de 2021 en el periódico Página Siete y otros medios nacionales.

Abu al-Mugh ith al-Husain al-Hallaj, en breve Al Hallaj, fue un controvertido escritor y maestro de espiritualidad islámica (“sufí”) que vivió entre el 858 y el 922 en la región entre Irán e Irak.

Es asombroso el paralelismo de la vida y muerte de Al Hallaj con Jesús de Nazaret.

Al Hallaj vivió en Bagdad en tiempos de grandes tensiones sociales, políticas y religiosas, al igual que la Jerusalén del tiempo de Jesús. En especial existían movimientos emancipadores (de los negros esclavos del sur) y movimientos religiosos y teosóficos que predicaban una religión más exigente y espiritual de la que prescribía el Corán.

Al igual que Jesús, Al Hallaj empieza su predicación compartiendo con un grupo de discípulos sus enseñanzas, destinadas tanto a la población islámica como a otros pueblos “infieles”. Su intensa actividad, sus viajes y su estilo no convencional de predicar lo hicieron sospechoso de querer revolucionar la religión y de alentar movimientos políticos subversivos incluyendo a grupos terroristas. Jesús también era considerado sospechoso de recoger la simpatía de los zelotas, un movimiento violento de oposición a la dominación romana. En algún momento Al Hallaj fue tildado de ser un “intoxicado”, el equivalente de la acusación de “poseído por el demonio” que se le hizo a Jesús. Valga una sola cita “escandalosa” del maestro sufí: “Para el amante perfecto, la oración se vuelve impiedad”.

Sin embargo, el paralelismo más sorprendente se da en la muerte de ambas personalidades. A raíz de una afirmación mística, Al Hallaj, “Yo soy la Verdad”, interpretada como una blasfemia, debido a que, según el Corán, Verdad es uno de los 99 nombres de Alá, fue arrestado y procesado. Una afirmación similar, y aún más intensas, la encontramos en Juan 14,6 (“Yo soy el Camino la Verdad y la Vida”). De hecho, los judíos condenaron a Jesús por blasfemo al declararse Dios (“Yo soy”), mientras que los romanos lo procesaron por subversor (Rey de los Judíos).

Después de un largo y controvertido proceso, marcado por el abandono de los otros maestros y las indecisiones de los jueces para condenar a un hombre justo (los Pilatos islámicos), el 26 de marzo del año 922 Al Hallaj fue condenado, ahorcado y crucificado en Bagdad, frente a una muchedumbre dividida entre admiradores y detractores del místico reformador, división que perdura en el seno del Islam hasta el día de hoy.  Sorprende aún más que, al igual que Jesús, el profeta islámico enfrentó la tortura y la muerte con serenidad y resignación, pronunciando palabras de perdón para sus verdugos.

Más allá de las innegables diferencias entre la vida de Jesús y de Al Hallaj, se me ocurren dos reflexiones. En primer lugar, cuando surge en una comunidad un profeta auténtico, la respuesta es el rechazo, la condena y la muerte. Pienso en Jeremías, Jesús, Al Hallaj, Gandhi, Martin Luther King, Oscar Arnulfo Romero, Luis Espinal y en tantos otros mártires de la verdad que nos enseñan a derrotar al mal y a la muerte con el perdón y el amor.

En segundo lugar, la responsabilidad histórica de los causantes de la Pasión de Jesús (y de Al Hallaj) no puede ser atribuida a Dios. Una lectura distorsionada de los acontecimientos de la Semana Santa induce a pensar que el Padre “exige” el sufrimiento y la muerte del Hijo para perdonarnos. ¡De ninguna manera! Dios no es sádico (ni masoquista).   La maldad, que se opone al Plan de Vida, lo hizo, sin lograr a cambio nada más que palabras de perdón.

La sociedad boliviana se considera cristiana, pero, al confundir justicia con revancha, ha renunciado, desde sus orígenes, a vencer el mal con el bien, el odio con el perdón y la exclusión con la fraternidad.

Nota: esta columna es la actualización de un artículo mío publicado el año 2003.